lunes, 10 de mayo de 2010

LA CRISIS Y LO QUE TIENE DE CRIMINAL

RICARDO BECERRA /EL SIGLO DE TORREÓN
Varios lúgubres economistas de importancia (Krugman, Nourini, Wolf) observan que esta crisis se parece, cada vez más en su tamaño y su libreto, a la Gran Depresión de 1929. Allí están, reconocibles, las mismas manías, la misma secuencia, incluso, los mismos actores institucionales actuando sobre la misma tramoya de Wall Street. Ahora, igual que en las audiencias del Senado de 1932, bajo juramento, deben declarar las firmas indiciadas y deberán desahogarse las acusaciones que cimbran a la cúspide de la cúspide del poder económico mundial.
No exagero: Goldman Sachs es el principal banco de inversión y está llamado a juicio por una acusación del Gobierno de Estados Unidos, por haber cometido fraude en el uso del dinero de sus clientes en el mercado inmobiliario. Véanlo así: desde los noventa, el sector financiero determina lo que pasa en la economía mundial. Y Goldman determina lo que pasa en el sector financiero. O sea: el juicio dará la evidencia judicial para saber qué fue lo que pasó en los entretelones de las decisiones financieras que incubaron una crisis que ha destruido hasta hoy, 4 billones de dólares de la riqueza mundial.
Pero ¿qué hizo Goldman Sachs? Lo que el famoso diablo de la famosa botella: una trama maligna cuyos dividendos, riqueza, sueldos y bonos, dependían de la desgracia de los demás, incluyendo sus propios clientes. Esta es la historia.
A principio del siglo surgieron bancos que prestaban dinero, a quienes no podían pagar: como Countrywide o el Ownit Mortgate Solutions. Exigían al deudor "la comprobación de una remuneración constante el último año" y así les daban el dinero para hacerse de una casa. Aquí aparece Goldman: esos préstamos los asumió y los transformó en "paquetes derivados", títulos de deuda, que vendía a inversionistas que los compraban porque la tasa era jugosísima (20%, entre 2004 y 2006). Los deudores casi nunca podían pagar su deuda principal, sólo intereses, no se volvían dueños de nada, pero financiaban en Wall Street. Y para que esto pareciera plausible, asistían las agencias de calificación -Standard & Poor's, Moody's, etc.- cuya sabiduría validaba esa alucinación financiera.
Goldman Sachs está acusado entonces de dispersar en el mercado mundial títulos que, sabía, eran "mierda" (palabra 11 veces pronunciada por el senador Carl Levin durante la audiencia), impagables e incobrables, pero que Goldman y Standard & Poor's dignificaron titulándolos con el sello triple A, la calificación más alta posible para un producto que sabían "era mierda". Krugman informa que de los valores emitidos en 2006, respaldados por hipotecas subprime y calificados como superbuenos (triple A) ¡el 93% se ha rebajado a la categoría de basura! (CCC, D y E como realmente son). Toda esa trama, era ilusoria, no financiable, pero mientras duró formó un negocio de casi 700 mil millones de dólares en 5 años y del que Goldman y sus socios se beneficiaron.
¿Y quiénes pagan en la cruda? Los que pidieron su crédito hipotecario, los que compraron los títulos de esas deudas, otros bancos que durante años se hicieron de acciones relacionadas, las empresas que participaron en las acciones y finalmente los contribuyentes cuyos impuestos salvan al sistema financiero.
El FMI calcula que para 2010, en Estados Unidos, la caída acumulada de los precios de las casas rondará el 50%, se habrá perdido capital inmobiliario por 6.6 billones de dólares y para 21 millones de norteamericanos, su casa vale la mitad de su deuda. Esa tragedia es la causante de la caída del consumo en Estados Unidos, factor que, a la sazón, era el motor de la globalización en los años previos al colapso.
Los economistas del establishment dirán que la crisis "es algo complejo", como matizando el componente propiamente delincuencial de los acontecimientos. Pero igual a 1929, aparecen comisiones de investigación, el FBI, fiscales especiales inquiriendo a Goldman, a Bear Stearns, Lehman Brothers y AIG porque resultan no ser lo que aparentaban y junto a ellos, a Bernard Madoff, arrestado por robar a los inversores de su fondo 50 mil millones de dólares, en la misma trama del elegante Allen Stanford.
Muchas firmas dedicadas a sacar el dinero de las empresas lo más rápido posible. Una urdimbre, que tiene mucho de criminal, es parte consustancial e ingrediente que explica buena parte de esta crisis global. Igual que en 1929.

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