jueves, 20 de mayo de 2010

OBAMA Y CALDERÓN, SÓLO PARA LA FOTO

Calderón-Obama, simple protocolo
Amplias coincidencias en los discursos
Insisten en rechazar la ley Arizona
El anfitrión admite trabas para reformas
Claudia Herrera y David Brooks / La Jornada
Los presidentes Felipe Calderón y Barack Obama mostraron amplias coincidencias discursivas, ninguna de las cuales se concretó en esta primera visita de Estado del mexicano. El estadunidense volvió a reconocer que la demanda de droga de su país contribuye a la crisis de violencia en México y prometió impulsar una reforma migratoria, pero reconoció sus limitaciones para conseguirla, al expresar: “me faltan 60 votos”.
La ley Arizona, aún pendiente de aplicarse, también fue otra oportunidad para que ambos mandatarios externaran puntos en común. Desde su llegada, Calderón se declaró respetuoso del derecho de Estados Unidos a definir sus leyes, pero rechazó que se criminalice la migración y que la gente que trabaja y aporta a esta gran nación sea tratada como delincuente.
Obama reiteró su preocupación en torno a esa ley, y anunció que se espera el informe del Departamento de Justicia sobre si la misma cumple con valores y normas legales existentes, aunque insistió en que es preocupante porque ofrece la posibilidad de arrestar a cualquier sospechoso de ser inmigrante.
Intentó justificar esa legislación al señalar que expresa algunas frustraciones que ha tenido el pueblo estadunidense al no arreglarse un sistema de inmigración que no funciona, y, “francamente, los fracasos del gobierno federal en lograrlo”.
La segunda visita de Calderón a la Casa Blanca fue de “apapachos” y protocolo, como se esperaba, pero no hubo anuncios importantes. A temprana hora, Obama abrazó y dio palmaditas en la espalda a su invitado durante una vistosa ceremonia, y brindó su respaldo a las fuerzas armadas como elemento que liga a los dos países, al estar integrado por “hombres y mujeres que sirven y se sacrifican para mantenernos seguros”.
Los testigos fueron la dirigente priísta, Beatriz Paredes, que a la llegada tomaba a Obama fotos con una pequeña cámara; los presidentes de la Cámara de Diputados, el panista Francisco Ramírez Acuña, y del Senado, el perredista Carlos Navarrete, así como los empresarios Carlos Slim y Lorenzo Zambrano. Este último alzó el pulgar cuando vio llegar a Calderón.
Calderón, quien se preparó para su larga jornada del día trotando cinco vueltas alrededor del parque Lafayette acompañado de su esposa, Margarita Zavala, pronunció un discurso conciliador.
Señaló una disyuntiva: “o volvemos a la recriminación mutua, que ha sido tan inútil y en otros tiempos tanto nos ha dañado, o enfrentamos y superamos juntos estos retos, y a partir de ello empezamos un nuevo capítulo de prosperidad juntos”.
A lo largo del día, el mandatario mexicano nunca usó el término reforma migratoria; en todo caso, pidió promover condiciones de vida digna, legal y ordenada para los trabajadores migrantes, muchos de los cuales, a pesar de su contribución, aún viven en las sombras y en ocasiones, como en Arizona, confrontan pautas de discriminación.
La gira del Presidente se realiza en un momento delicado por el secuestro de Diego Fernández de Cevallos, por lo cual se dudaba de la presencia del secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont. Éste finalmente se sumó a la comitiva, que también estuvo integrada por los titulares de Hacienda, Ernesto Cordero; de Economía, Gerardo Ruiz, y de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa, así como la jefa de la oficina de la Presidencia, Patricia Flores.
Una hora duró la reunión privada entre Obama y Calderón, y al final el estadunidense planteó tres puntos para alcanzar una migración ordenada y segura. El primero es la responsabilidad de su gobierno de garantizar la seguridad de la frontera, y el segundo, que los comercios no recluten activamente obreros indocumentados.
También, garantizar que quienes entren a Estados Unidos sean responsables, paguen multas e impuestos y aprendan a hablar inglés, para poder convertirse en residentes legales.
Aclaró que este desafío depende de lograr mayoría de su partido, el Demócrata, para que esa legislación prospere.
“No tengo 60 votos en el Senado, y necesito algo de apoyo del Partido Republicano. Cuando hicimos un esfuerzo de este tipo hace unos años, pudimos generar una mayoría de votos en el Senado y perdimos en la Cámara por poco.”
En medio de este vendaval antinmigrante, justificó la presencia de residentes originarios de otros países, ya que quieren encontrar una vida mejor.
Mientras en Estados Unidos y en México la participación del Ejército en la lucha contra el narcotráfico ha sido cuestionada por violaciones a los derechos humanos, el jefe de la Casa Blanca dio un espaldarazo a su huésped al elogiar su valor y tenacidad en “lidiar con los narcotraficantes y los cárteles”.
Fue cuando dijo que es absolutamente cierto que la demanda estadunidense de la droga ayuda a promover esta crisis de violencia en México y, por tanto, tienen la obligación de no aumentarla.
Para evitar el tráfico de armas a México, señaló que ya se revisa ciento por ciento del cargamento por ferrocarril que viaja al sur, y reconoció que falta aplicar otras medidas con el gobierno de Calderón.
En comunicado conjunto, ambos países reiteraron sus promesas de colaboración. En el caso de la Iniciativa Mérida, los estadunidenses se comprometieron a entregar antes de lo planeado un número de aeronaves que apoyarán los esfuerzos en el combate contra el crimen organizado.

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