sábado, 8 de mayo de 2010

POR LA ESPIRAL

-La Banca de López Portillo
-Cambios desde la nacionalización
-La “cara más guapa” de la Banca
Claudia Luna Palencia / Cuarto Poder
En 2003 entrevisté al ex presidente José López Portillo en una de las habitaciones de la casa de su hermana donde estaba postrado delicado de salud, fueron sus últimos testimonios junto con la entrevista al día siguiente realizada por Jacobo Zabludovsky.
Si bien durante la plática que sostuvimos por más de una hora se mostró evasivo para hablar de la lista de empresarios sacadólares identificados así durante su sexenio, mostró en cambio una lucidez admirable para remontarse a los años de 1976 a 1982.
Y como hoy en día la Banca en su formato mayoritariamente extranjerizado resulta ser el malestar nuestro de cada día por su bajo perfil en el financiamiento de la economía y el apalancamiento tanto a personas físicas como morales, considero muy pertinente rescatar del baúl del olvido aquellas respuestas del ex presidente López Portillo, al menos una parte.
De aquellos años, qué recuerda, ¿fue un sexenio difícil?
-Toda política es fácil o difícil según la perspectiva, para mí todo fue difícil, porque estábamos en una crisis cuyas características principales, talvez ya se hayan olvidado, y quizá sólo la recuerden quienes la vivimos. Pero para mí fueron tiempos difíciles, de transición.
En materia económica...
-Fundamentalmente. Operábamos con los apoyos tradicionales que nos daban las Leyes, entonces teníamos que resolver los problemas recurriendo a soluciones extraordinarias.
Una de estas decisiones, coyuntural, fue la de nacionalización de la banca...
-Así es, pero no fue coyuntural, fue estructural.
¿Cómo llegó a esta decisión?
-La consideración de que los instrumentos que habíamos concesionado para captar el ahorro nacional no lo estaban haciendo con eficiencia, sino que más bien estaban descomponiendo a la economía por medio de una contribución activa de la dolarización y de la fuga de capitales. Bajo estas circunstancias la moneda -el peso- estaba muy depreciada. Por eso la decisión.
¿Por qué hasta el último momento del sexenio?
-Porque antes había correcciones sobre de la marcha. La banca se corregía, aportaba a la economía, nos apoyaba y llegó un momento en que nada más nos estorbaba, entonces no podía esperar. Desgraciadamente, el momento ideal para una medida de esa fuerza, históricamente es difícil que llegue. Es una decisión fuerte, incómoda, no es superficial y fue estructural porque significa la transformación total de un sistema de captación del ahorro nacional.
Es histórica y creo que forma parte de las tres más importantes que se dieron para México en el Siglo XX, sobre todo en materia estructural: la expropiación petrolera, la eléctrica y la bancaria.
-Sí estoy de acuerdo, aunque cada una tuvo sus propias condiciones y su propio tiempo.
¿La idea de la nacionalización fue una decisión unilateral?
-No hay decisiones unilaterales y menos cuando se tiene una relevancia así. Revisando mis notas, yo empecé a vislumbrar esa posibilidad en el año de 1976. Pensé que sino se corregían ciertas tendencias del sistema de ahorro y no cumplía con su función pública y seguía afectando a la economía mediante la fuga de capitales era necesario hacerla. Pretendía corregir el rumbo de la economía.
¿Qué le llevó a no hacerlo en 1976?
-Un régimen que estaba estrenando facultades, y quería yo agotar otras medidas ya dentro del Gobierno, como una realidad. Entonces fui llevando al país a diversas etapas ideales buscando el crecimiento y pues hicimos la corrección.
Sin embargo, llega el año de 1982, ¿qué hace le dice a su Gabinete que quiere nacionalizar la banca?
-Es una medida de tal naturaleza que no se puede publicitar porque ocurren las cosas que cuando se anuncia una devaluación, entonces el anuncio de la medida acelera el proceso y la provoca, hay que ser muy discreto. Con el único que la discutía era con el secretario de Hacienda, Jesús Silva Herzog, al que le pedía yo medidas sucedáneas, pero nunca aceptó a darme una.
Por tanto, tomé una de esas decisiones que tienen que sustentarse jurídicamente, y lo discutí con mis asesores especiales, con mi gente de confianza. No fue una medida democráticamente concertada, no. Fue del Ejecutivo.
¿Qué le decía Silva Herzog al respecto de la nacionalización, lo persuadía, lo convencía, estaba a favor?
-A favor no estaba pero no ofrecía ninguna alternativa. Yo andaba desesperado. Lo único que hice fue consultarlo con la gente de mi absoluta confianza como Carlos Tello, José Andrés de Oteyza, con mi hijo Pepe... con ellos discutí la medida.
¿Qué recuerda de esos momentos previos a su último Informe de Gobierno?
-No estaba nervioso estaba seguro de mí mismo, estaba convencido de que la medida tendría trascendencia pensaba en cierta forma en que molestaría al orden mundial de Bretton Woods, sobre todo al Fondo Monetario Internacional.
La anécdota que recuerdo es que, mandé a mi hijo Pepe a decirle a Miguel de la Madrid Hurtado, quien ya era el Presidente electo, que yo había tomado esa providencia, la de la nacionalización. La reacción de Miguel fue de sorpresa y repetía ¡Qué le voy a decir a Agustín!, ¡A Manuel! Son las observaciones que hizo. Ahí me di cuenta que Miguel de la Madrid en esa época no era el candidato idóneo para soportar una medida tan fuerte como la nacionalización de la banca.
A usted le ha tocado ver a la banca especializada, expropiada, mixta, privatizada y extranjerizada, ¿Cuál es la cara más guapa de la banca?
- La que más me gusta es la nacionalizada ni siquiera la mexicanizada.
Hay quienes consideran que la extranjerización es un error histórico, otros dicen que es formar parte del mundo globalizado, ¿usted qué opina?
-Es un vicio del sistema financiero inmerso en el mundo. Todos los vicios que tiene el sistema financiero empezando por el Bretton Woods están empezando a cambiar.
Para un hombre que concibió a la banca nacionalizada qué siente de saber que el 88% está en manos de extranjeros...
-Creo que nacionalizar a la banca es la única manera de garantizar su destino congruente y favorable. La peor es extranjerizarla. Vamos de mal en peor.
-¿Llegará algún día la posibilidad de una segunda expropiación?
-Soy optimista y llegará un tiempo en que se tomarán las decisiones que mejor convengan al país.

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