domingo, 6 de marzo de 2011

CHINA CAMBIA DE MODELO

Pekín quiere una economía más apoyada en el consumo y menos en la exportación
El Gobierno rebaja el objetivo de crecimiento para frenar la inflación
JOSE REINOSO / EL PAÍS
Durante los últimos años, las autoridades chinas han anunciado unas previsiones de crecimiento de la economía del 8% anual, que se han visto superadas con exceso ejercicio tras ejercicio. En el pasado quinquenio, el producto interior bruto (PIB) aumentó a una media del 11,2%, y en 2010 lo hizo un 10,3%, con lo que China adelantó a Japón y se convirtió oficialmente en la segunda economía del mundo en valor absoluto detrás de EE UU, aunque en PIB per cápita esté muy alejada de ambos.
Pero Pekín considera que ha llegado el momento de moderar el crecimiento, tirar con decisión de las riendas y cambiar las prioridades para embarcarse en un desarrollo más sostenible; un objetivo fijado ya hace tiempo, pero que fue relajado para luchar contra la crisis económica global.
El primer ministro chino, Wen Jiabao, ha anunciado una previsión del incremento del PIB para los próximos cinco años del 7% anual, tan solo medio punto inferior a la del periodo 2006- 2010, y que probablemente volverá a ser superada, pero que pone de manifiesto la gran preocupación de los responsables económicos ante las presiones inflacionistas y la continua degradación del medio ambiente originada por décadas de desarrollo a cualquier precio. Un crecimiento del 7% al 8% es considerado el valor mínimo para proporcionar puestos de trabajo a la población y evitar la inestabilidad social por falta de empleo.
El fuerte ritmo de la actividad económica ha llevado emparejado recientemente un alza continuada de la inflación, que en noviembre pasado alcanzó el 5,1% -el valor más alto en 28 meses- y, tras bajar al 4,6% en diciembre, volvió a repuntar al 4,9% en enero. El objetivo es que en 2011 no supere el 4%, frente al 3,3% alcanzado el año pasado, tres décimas por encima del límite fijado.
Las subidas de los precios han sido especialmente importantes en alimentos y vivienda, dos campos especialmente delicados en el país asiático por su potencial capacidad generadora de protestas contra el gobierno único del Partido Comunista Chino (PCCh). Economistas y altos funcionarios defienden desde hace meses que Pekín debe bajar de marcha para domar los precios y girar hacia una economía más impulsada por el consumo y menos por la inversión pública y las exportaciones.
Wen anunció el objetivo en una charla con ciudadanos en Internet el domingo pasado durante la cual reconoció los riesgos que amenazan a China si no afronta estos problemas. "Una inflación rápida afecta a la forma de ganarse la vida de la gente y puede influir en la estabilidad social (...). Conozco el impacto que los precios pueden tener sobre un país y soy totalmente consciente de su importancia", dijo.
Wen no habló de las recientes revueltas en los países árabes, uno de cuyos detonantes fue la carestía de los alimentos, pero sabe por experiencia propia que los problemas económicos y la inflación son un catalizador seguro para las demandas políticas, como ocurrió en China en 1989 con las manifestaciones a favor de la democracia de la plaza de Tiananmen, que concluyeron con la muerte de cientos -miles, según algunas fuentes- de personas tras la intervención armada del Ejército. El Gobierno está muy inquieto ante la posibilidad de un efecto contagio de las revueltas en Túnez, Egipto y otros países de Oriente Próximo y el norte de África.
El primer ministro aseguró que el objetivo del 7% será incluido en el plan quinquenal 2011- 2015 "para elevar la calidad y la eficiencia del crecimiento económico". "En absoluto podemos sacrificar de nuevo el medio ambiente para lograr un crecimiento muy veloz y un desarrollo ciego, que generen un exceso de capacidad y sometan a mayor presión el medio ambiente y los recursos (...). Ese desarrollo económico es insostenible", señaló. El plan será discutido y aprobado durante la sesión anual de la Asamblea Popular Nacional, que comenzó ayer en Pekín.
Zhou Shengxian, ministro de Protección Medioambiental, ha insistido esta semana en los riesgos que los efectos de la contaminación sobre la salud suponen para la estabilidad. "La disminución, el deterioro y el agotamiento de los recursos y el empeoramiento del entorno ecológico se han convertido en cuellos de botella y graves impedimentos para el desarrollo económico y social", ha dicho. Una muestra: hasta el 10% del arroz en China está contaminado con metales pesados dañinos, como el cadmio, debido a la polución de las aguas utilizadas en el riego, según estudios citados por la prensa local.
A diferencia de otros países que luchan por reactivar la economía, China está intentando evitar que se sobrecaliente, y ha tomado medidas para contener la avalancha de liquidez que está alimentando la inflación y empujando al alza el sector inmobiliario.
Pekín ha llevado a cabo tres subidas de los tipos de interés desde octubre y ha exigido a los bancos que amplíen la ratio de reservas para controlar los precios y evitar el sobrecalentamiento. También ha endurecido las condiciones bajo las cuales los clientes pueden comprar casas. Por ejemplo, ha elevado la entrada que es necesario entregar al adquirir una vivienda. -
Mucho cuidado con el yuan
El Gobierno afirma que tiene suficientes reservas de grano y de divisas extranjeras para contener cualquier movimiento desbocado de los precios. Y aunque permitir una apreciación del yuan o renminbi podría ayudar a luchar contra la inflación, Pekín quiere mantener su estabilidad a pesar de las continuas presiones de EE UU para que lo revalúe. Washington critica que la moneda china está artificialmente infravalorada para favorecer a las empresas exportadoras chinas, ya que las hace más competitivas en el extranjero.
El primer ministro, Wen Jiabao, insistió en que los ajustes de la política cambiaria serán realizados "de forma gradual y prudente" para que las empresas "puedan adaptarse poco a poco y la estabilidad social sea mantenida". El objetivo prioritario, según dijo, es conservar millones de puestos de trabajo que de otra forma podrían evaporarse. "Si las empresas quiebran, los trabajadores se quedarán sin empleo y los emigrantes volverán a sus casas en las zonas rurales. ¿Qué tendremos entonces para expandir el consumo doméstico? ¿De dónde vendrá el consumo doméstico?".
El Gobierno está intentando que la gente, especialmente en las zonas rurales, donde viven dos tercios de la población, compre más, pero se encuentra con la resistencia de las familias, que se ven obligadas a ahorrar gran parte de sus ingresos para hacer frente a los gastos sanitarios y de educación de los hijos. -

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