lunes, 28 de marzo de 2011

EL PARAÍSO SE HACE ESPERAR

Amador G. Ayora / elEconomista.es
Decíamos aquí la semana pasada que el tsunami japonés apenas iba a tener efecto sobre la economía mundial y que, en última instancia, podría servir de catalizador de la inversión como ocurrió en la Segunda Guerra Mundial. Esta tesis, junto a los sólidos resultados corporativos, son la clave para comprender por qué los mercados no creyeron en el Apocalipsis.
Este viernes se conoció que EEUU creció el año pasado un 2,9 por ciento, la tasa más alta en cinco años. Los analistas comienzan a hablar de un sentimiento de fondo de recuperación para explicar por qué las bolsas, que suelen ser el termómetro para anticipar la marcha de la economía, han seguido subiendo ajenas a la refriega aliada sobre el mando del bombardeo de Libia o a las elevadas dosis de radiación nuclear en Fukushima.
El temblor de los acontecimientos internacionales dejó de reverberar en los mercados. También en Europa, donde el miércoles se confirmó que al rescate de Portugal sólo le falta ponerle la fecha. Los bonos del país vecino se desplomaban a la par que su rentabilidad superaba el 8 por ciento, al igual que ocurrió en Grecia o Irlanda, mientras que el de los títulos de deuda española se relajaba hasta los 200 puntos básicos frente al siempre bien ponderado bono alemán.
Ni la rebaja de la calificación de Moody´s a 30 entidades españolas logró modificar esta tendencia. ¿Los mercados han borrado a España de la lista negra para el rescate? En una primera lectura, ésta sería la conclusión. Pero existe un intenso debate entre los analistas financieros internacionales que han recuperado la confianza en nuestro país y los que todavía consideran que es pronto para cantar victoria.
Los más confiados
Los más confiados basan su optimismo en tres aseveraciones: la reforma del sistema de pensiones, un próximo acuerdo de flexibilidad en el mercado laboral y el saneamiento del sistema financiero español, con un coste mucho menor del esperado. El problema es que sólo uno de los tres supuestos es cierto: el de la reforma de las pensiones.
La flexibilidad laboral se sustenta, de momento, sólo en la promesa renovada este jueves por Zapatero ante Angela Merkel, ya que las posiciones entre sindicatos y patronal están aún muy alejadas. De todas formas, si Zapatero no quiere seguir los pasos del dimisionario exprimer ministro portugués, José Sócrates, antes de junio tendrá que cumplir con sus compromisos.
El saneamiento de cajas y bancos es la principal fuente de inquietudes. Según los cálculos de elEconomista, las cajas sólo prevén pedir ayudas al Fondo de Rescate (Frob) por 5.700 millones, tirando por lo alto. El resto esperan obtenerlo en el mercado o de inversores privados.
La cifra representa sólo un tercio de los 15.500 millones iniciales previstos por el Banco de España y es muy inferior a la horquilla entre 40.000 y 50.000 millones de Moody´s en su estimación más positiva. Si a estos 5.700 millones sumamos los 11.700 desembolsados con anterioridad por el Frob, la cifra total no llega a 20.000 millones. Mi primera actitud es la de quitarme el sombrero ante el gobernador, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, si consigue dejar en esta cantidad el coste total de la reestructuración.
A la incredibilidad sobre esta situación, se añaden las tensiones que amenazan con derribar varias de las alianzas o SIP. La Banca Cívica de Enrique Goñi y Antonio Pulido pretende captar sus recursos en bolsa. Para lograrlo, ha emprendido una huida hacia adelante al plantear la fusión con Unnim, en contra de la opinión del presidente Artur Mas. Un plan disparatado cuyo único objeto es ganar tamaño, ya que el mercado considera que la única entidad con dimensión suficiente para captar inversores es Bankia, el grupo encabezado por Rodrigo Rato (Caja Madrid) y José Luis Olivas (Bancaja).
Por eso, también otro de los abocados a recurrir al Frob, Manuel Menéndez (Banco Base) pretende achicar el porcentaje de la CAM en su grupo para impedir que éste se convierta en mayoritario, en menoscabo de su liderazgo o de su ego. Con excepción de las cajas vascas, de la operación de Unicaja (Braulio Medel ) y quizá del proyecto Mare Nostrum (Carlos Egea), las operaciones pendientes pueden acarrear muchos disgustos.

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