sábado, 12 de marzo de 2011

LA ECONOMÍA JAPONESA SE RESQUEBRAJA

El sísmo, seguido de un tsunami, que ha provocado miles de muertos en Japón pone en jaque la débil recuperación nipona. Hay miedo a que la moneda japonesa se dispare.
La muerte y la destrucción reinaron ayer en Japón que, infiel a su nombre, vio como se ponía el sol antes de tiempo. Un devastador terremoto, que alcanzó los 8,9 grados en la escala de Richter, el mayor en la historia del país desde que se tienen registros, sacudió el noreste del país nipón, provocando miles de muertos, heridos, desplazados y desaparecidos. Asimismo, el temblor, cuyo epicentro se encontraba en el océano Pacífico a 100 kilómetros de la costa, provocó un tsunami con olas de hasta 10 metros de altura, que arrolló todo lo que encontró a su paso
Al elevado coste humano hay que sumar la catástrofe que el terremoto y posterior tsunami suponen para la economía, ya bastante maltrecha por las crisis de las últimas semanas -el ministro de Exteriores dimitió por un escándalo de corrupción, y el propio Naoto Kan, reconoció haber aceptado sobornos de una compañía de Corea del Sur- y que puede hundirse definitivamente.
La hasta hace unas semanas segunda economía mundial vio cómo, en la Bolsa de Tokio, el principal índice bursátil del país cerraba la jornada de ayer con una caída del 1,72 por ciento, lastrada especialmente por la minería y los productores de metales no ferrosos, aunque al producirse el terremoto, poco antes del cierre del mercado, los precios de las acciones no incorporaron totalmente la dimensión del desastre.
Pero si un sector sufrió las consecuencias del terremoto fue el de las aseguradoras, ya tocadas por el seísmo ocurrido hace menos de un mes en Nueva Zelanda. En la jornada de ayer, las acciones de los reaseguradores europeos caían en los mercados bursátiles: a media jornada, los alemanes Munich Re y Hannover Re perdían en torno al 5 por ciento cada uno en Fráncfurt, igual que Swiss Re en Zurich, mientras el francés Scor se hundía más del 7 por ciento en París.
Los reaseguradores estarán "mucho mas afectados" por la catástrofe que los aseguradores primarios, ya que su función es precisamente la de cubrir a los aseguradores, dijo Christian Muschick, analista del banco privado alemán Silvia Quandt, en declaraciones a AFP.
Repercusión empresarial
Pero no sólo las aseguradores deben afrontar importantes costes. Son muchas las compañías situadas en Japón que se han visto afectadas por el cierre de varios aeropuertos, los apagones, los cortes en el suministro eléctrico y los problemas de transporte en todo el país. A ello, hay que unir los daños directos en los edificios y propiedades de las diferentes empresas.
La automoción, uno de los sectores más potentes del país, se vio especialmente afectado. Al coste humano hay que añadir el derrumbamiento de fábricas, destrucción de materiales y también el parón de la producción.
Toyota, Honda o Nissan deben afrontar ahora importantes reformas estructurales en muchos de sus edificios principales y fábricas.
Las empresas tecnológicas, otro de los sectores más importantes de la economía nipona, no salieron mucho mejor paradas de la catástrofe. Sony está calculando el coste de lo ocurrido -tiene seis plantas de producción paradas, otras sufrieron apagones y muchos edificios fueron dañados, según Bloomberg.
Manufacturas, alimentación, energía, parques de atracciones... ningún sector económico se libró de la tragedia.
Por todo ello, los dirigentes de los partidos de Gobierno y oposición exigieron un presupuesto de emergencia para financiar las obras de reconstrucción, después de que el primer ministro les llamara a "salvar el país", según la agencia de noticias Kyodo.
Estabilidad económica
El Banco de Japón, que ha estado tratando de impulsar la anémica economía, dijo que pondría todos sus esfuerzos para asegurar la estabilidad del mercado financiero. Para ello, la entidad dejó clara su intención de inyectar dinero en la economía en caso de que fuera necesario. En respuesta, el yen subió contra las principales divisas del mercado, por el aumento de la demanda de las empresas nacionales, especialmente de las aseguradoras, que tratan de comprar yenes para pagar los daños del terremoto.
El temor es que la divisa nipona se dispare, según los analistas. Hay que recordar que el yen se apreció un 20 por ciento contra el dólar durante los tres meses posteriores al seísmo de 6,9 grados de Kobe en enero de 1995, que se cobró más de 6.000 vidas, aunque es improbable que eso se repita.
Repercusión en el Pacífico
La potencia del seísmo, el quinto mayor de la historia, según los sismólogos, ha provocado una alerta de tsunami en todas las costas del Pacífico, incluidas las de Australia y Suramérica.
Las cifras oficiales de fallecidos se mostraban todo lo comedidas que podían en sus resultados, pero la Policía confirmó que entre 200 y 300 personas yacían en una playa de la ciudad de Sendai, una de las áreas más afectadas. A ello hay que sumar que las autoridades perdieron la pista de un tren de pasajeros que seguramente fue engullido por el mar, con un número inde- terminado de pasajeros a bordo. En la misma situación se encuentra un barco, en el que viajaban 100 personas, que se hundió en el océano Pacífico.
Casas, coches, barcos, granjas... la lengua marina no respetó ni siquiera los grandes edificios ni las fábricas de las compañías niponas. Por ello, la agencia Kyodo se atrevió a aventurar que el número de fallecidos supera los mil muertos y más de 88.000 desaparecidos.
Y si la jornada de ayer fue terrible, los próximos días no serán más tranquilos, sobre todo si se tiene en cuenta el riesgo existente de que se produzca una catástrofe nuclear que amenaza el país. El primer ministro japonés, Naoto Kan, decretó la alerta atómica, después de que hasta once reactores parasen su actividad. En un primer momento, Tokio negó que existiesen fugas radioactivas, pero a última hora reconoció que existía una "pequeña fuga". De hecho, las autoridades comenzaron a evacuar a miles de ciudadanos que residen en el entorno de la central nuclear de Fukushima Daiichi, en el noreste del país, como medida de precaución ante la posibilidad de que se registre algún escape radiactivo, ya que el nivel de radiación en la turbina de la central número uno de la zona está creciendo.
En definitiva, el objetivo último de la alerta es estudiar la situación de las centrales nucleares afectadas, referencia mundial en cuanto a la seguridad para resistir los seísmos que afectan regularmente al país, pero que se vieron desbordados por lo ocurrido ayer.
A pesar de ocurrir en el norte del país, ni siquiera las grandes urbes, caso de Tokio o Yokohama, fueron inmunes al terremoto -la onda expansiva tuvo tal potencia que llegó a registrarse en Alicante, 16 minutos después de que ocurriese-. En la capital nipona, 373 kilómetros al suroeste del epicentro, cuatro millones de casas se quedaron sin luz y numerosos edificios se tambalearon, mientras que en Yokohama, los tejados de algunos bloques se derrumbaron.
Fuente: elEconomista.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario