jueves, 10 de marzo de 2011

¡NUEVO PRI!, ¿IDEAS VIEJAS?

Francisco Suárez Dávila / El Universal
Moreira es electo a la presidencia del PRI en un año crucial para el partido y para México. Llega con grandes credenciales y cualidades. La operación política está en buenas manos. El reto es que en un país sin rumbo, el PRI gane la batalla de las ideas, propuestas de transformación y modernidad. Aquí se ha perdido el tiempo. La Fundación Colosio lleva varios años hibernando intelectualmente. Beltrones compensa algo con buenas propuestas como la reforma fiscal y política, y la ley de primer empleo. Lamentablemente, la nueva presidencia se estrenó con un discurso de batalla, pero escaso de ideas y dio un festín para la diatriba.
La principal crítica al PRI es que sus ideas representan el regreso al pasado. Habrá que preguntarse ¿cuál pasado y quiénes lo defienden? El pasado inmediato que se inició en los 90 y que el PAN continúa, es el de la nostalgia neoliberal. La que ya estaba desprestigiada por sus fracasos, aun antes de que la Gran Recesión de 2009 le diera el golpe de muerte. Lo que proponen los “modernos ya trasnochados” es continuar “la puertorricanización” de la economía mexicana, aumentando su dependencia a la de EU; continuar con la carrera de TLC para seguir convirtiéndonos en una gigantesca maquila importadora, desindustrializada; seguir tratando de encontrar la llave de crecimiento en reformas estructurales como la laboral, que sólo regulariza lo actual; “dejar hacer, dejar pasar” a un sistema financiero poco comprometido con el desarrollo. Un país campeón en baja inflación, equilibrio fiscal y deuda, y últimos lugares en crecimiento y empleo.
El otro pasado, el más remoto, es el de la nostalgia del estatismo populista de los años 70, más cercano al PT. El intervencionismo del Estado propietario, clientelar y asistencial. El de preservar un Pemex paralizado hasta que importemos petróleo y se convierta en un operador de gasolineras. El rechazo a una reforma fiscal de base amplia hasta que carezcamos de recursos para operar las instituciones de salud pública y, un feudalismo fiscal, sin rendición de cuentas y, en general, una cerrazón económica.
En esta lucha de ideas hay que evidenciar las fallas del gobierno panista. Éste se ha enfrascado en dos objetivos: la lucha contra el crimen organizado y la obsesión de que el PRI no llegue a la Presidencia —sentando precedentes que socavan la ruta democrática. Ofrece en un sexenio pocos logros: la liquidación de LyFC, la reunión ambiental de Cancún. Su visión podría resumirse en “Felipe en el país de las percepciones”: ¿las de los decapitados o los consumidores a los que no les alcanzan los seis mil pesos? En recuperación económica nos superan la mayor parte de los grandes países de América Latina y Asia, después de que en la década pasada fuimos el lugar 150 en crecimiento. Se argumenta que nuestra mala imagen internacional es porque no tenemos buenos publicistas, no por las pifias en las que se ha incurrido (la última, el affaire Pascual). La vergonzosaausencia de políticas ante la debacle de Mexicana y la batalla campal en telecomunicaciones. La incapacidad de ejecutar grandes proyectos (¿dónde está Tula?). Las fallas de administración elementales, como cuando dos meses después de vencido el plazo legal, no se puede designar al subgobernador del Banxico.
El PRI debe plantear una propuesta eficaz modernizadora. Para ello, tiene que fortalecer sus estructuras pensantes, recreando el IEPES. A la Fundación Colosio no la quiere ni el heredero de Luis Donaldo, porque desprestigia la memoria de su padre. Podría crearse un Consejo Económico y Social, asesor “no por cuotas o cuates”, sino con lo mejor que tienen el PRI y el país en los diferentes temas.
Una política de transformación social requiere liberarnos de mitos y dogmas. Voltear la política económica casi al revés. Acercarnos a los mejores rasgos de la de Brasil, Chile, India, China, y de nuestra historia. Privilegiar el crecimiento sin abandonar la estabilidad, fortalecer al Estado sin debilitar al mercado, impulsar el mercado interno sin abandonar la exportación, atacar la desigualdad sin matar los incentivos, fortalecer la educación superior y técnica sin descuidar la básica, liberar a Pemex conservando su carácter público, reforma fiscal integral sin desvincularla de objetivos sociales, nacionalismo defensor de nuestros empresarios pero insertados en la globalización y más inversión pública, privada y en asociación de ambas. Esos pueden ser elementos de una nueva síntesis desarrollista de futuro.
Ex subsecretario de Hacienda

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